En vez de diseñar una verdadera carrera profesional donde se incentive a los empleados públicos y se premie a aquellos que más esfuerzo demuestra, de forma objetiva y tasada, no tienen otra ocurrencia que proponer el establecimiento de un examen anual para todos los funcionarios.
Para más inri dicho examen no se haría a los cargos de confianza nombrados a dedo, quizás los que más lo "necesitan".
Al final tendremos que dar las gracias a nuestros políticos por trabajar.