Cuando nos recortaron los derechos laborales conseguidos tras muchos años de sacrificio, nos dijeron que eran necesarios y poco menos que éramos los culpables de haber vivido por encima de nuestras posibilidades.
Día tras día se va viendo que los que vivían por encima de sus posibilidades han sido muchos enchufados (que no funcionarios de pie) que se lo llevaban a casa calentito y algunos otros que se lo pueden haber llevado a paraisos fiscales.
Como muestra de lo anterior, estos días ha salido en la prensa el despilfarro en la construcción de la Ciudad de la Justicia de Madrid que ha supuesto un gasto de más de 100 millones de euros.
Ahora hemos sabido que parte de esos millones fueron para pagar sueldos a "jefecillos" que no mandaban a nadie pero que cobraban elevadas retribuciones por no hacer apenas nada.
Es increíble que seamos capaces de asumir estas situaciones y permitir que aquellos que lo hicieron nos sigan representando.