«Pedimos más plazas de jueces, hay 50 esperando»
No cesará hasta conseguir dos nuevos juzgados para la provincia: de lo Penal y de lo Contencioso. La cifras hablan de la imposibilidad de sacar adelante el trabajo sin órganos nuevos. El presidente de la Audiencia Provincial, Luis Brualla Santos-Funcia, recuerda que hay 50 jueces a la espera de un juzgado y se suma a la exigencia del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para que se creen ya.
-Suelen decir que la Justicia es la cenicienta de la Administración, ¿existen más carencias en estos tiempos de crisis en Zamora?
-En Zamora repercute como en el resto del país. En los planes del CGPJ hay prevista la creación de dos órganos muy necesarios para la provincia: El Juzgado de lo Penal número 2 y otro más de lo Contencioso. El primero está incluido en los 26 más necesarios de España, solicitados por el CGPJ al Ministerio; y el otro, dentro de los 64 más prioritarios. También ha reclamado con urgencia la creación perentoria de 50 unidades judiciales, precisas incluso para dar trabajo a nuevos jueces.
-¿Se da la paradoja de que hay jueces sin juzgados?
-Sí, no se han creado las plazas previstas. Estamos hablando de jueces que se incorporan en marzo de 2012. El CGPJ ha reclamado del Ministerio un plan de constitución de nuevas unidades, y que se mantengan la creación y convocatoria de nuevas plazas en un futuro.
-La puesta en marcha de la Oficina Judicial está teniendo multitud de críticas por falta de operatividad. ¿Comparte esa visión?
-Existe un amplísimo proyecto global que va más allá, pasa por eliminar los partidos judiciales como base del sistema judicial primario, va hacia la creación de tribunales de instancia y que una sola Oficina sea servida por diferentes jueces que supondría la adecuación del trabajo a los profesionales; incluiría la segunda instancia Penal en tribunales superiores de Justicia e incluso la posible supresión de audiencias provinciales, además de la separación de servicios administrativos de juzgados, como el registro civil en próximos años.
-¿La supresión de las audiencias, implicaría la creación de otro tipo de tribunales en las provincias?
-Implicaría la creación de tribunales de instancia de base, servidos por un solo magistrado e incluso volver a la justicia de distrito, donde los asuntos de menor cuantía económica y social nacerían y morirían en una instancia inferior; y los de mayor, en esos tribunales con la apelación ante el Tribunal Superior. No todos los asuntos pueden llegar al Supremo, desbordado. Esto posibilitaría reducir el número de magistrados del Supremo.
-¿Hablamos de ahorro de efectivos humanos?
-No, más de redistribución, porque hoy los efectivos humanos están sobrepasados, hay dificultades para cubrir una baja porque no hay personal suficiente.
-Esto suena a una amplia reforma.
-Es que la justicia necesita una reforma a fondo, que no se va a resolver con convertir en hábil el mes de agosto porque siempre habrá el problema de sustituciones, de dualidad de señalamientos y, por supuesto, de algo irrenunciable como las vacaciones de los jueces titulares.
-¿Este Gobierno tiene previsto aplicarla o quedará sobre la mesa?
-Yo hablo de lo acordado en Consejo de Ministros el 24 de abril de 2009, cuando se creo una comisión institucional con estas miras. Todo esto puede llevar incluso a crear sistemas de control de la eficacia del gasto y la evaluación en términos económicos de la eficiencia de la Administración de Justicia. Pero la única solución que se prevé actualmente es eliminar la judicialización de los conflictos, reducir el número de asuntos que llegan a los tribunales, que implica un gasto enorme para el Estado a través de Justicia Gratuita.
-Este proyecto parece una utopía, tal y como van las cosas allí donde está la nueva Oficina.
-Los experimentos deben hacerse donde son controlables, se ha pretendido empezar por Burgos, Murcia, León, la complejidad de estos órganos hace que los defectos de implantación se agranden y sean más difíciles de solventar. En ciudades como Zamora serían a escala más reducida y con un costo asumible se podrían satisfacer, aunque dada la experiencia, me alegro de que no se hayan acordado de nosotros. La Oficina Judicial, si no se racionalizan los demás medios, no resuelve en sí misma nada. Si se quiere seguir con la actual estructura, no acabaría con los problemas de personal, los agravaría.
-La sobrecarga de asuntos continúa siendo el talón de Aquiles de la Justicia.
-Es otro problema, no partimos de cero: además de los asuntos que van entrando día a día, existe un baúl de otros muchos por resolver. El problema está en el Juzgado de lo Penal, al día en el año 2009 cuando fue inspeccionado y en la actualidad sobresaturado, no por falta de dedicación de los profesionales, por encima de las horas de oficina que les son propias, sino porque es imposible. La ejecución de sentencias lleva a esa situación, así lo constató la inspección realizada en diciembre pasado.
-¿Contará finalmente con un juez de apoyo al menos?
-Se vio la necesidad del refuerzo y así se ha propuesto al Ministerio, es de esperar que se produzca a pesar de la crisis, sino irían saliendo asuntos en Primera Instancia y atascándose en la cola. Cuando hablas con la Inspección, admiten la necesidad, pero te dicen que, si se compara con órganos de otras provincias, éste funciona sensiblemente bien. Yo lucharé por conseguirlo.
-En los muchos casos de corrupción política, ¿la sociedad espera que sean «justicieros»?
-Los jueces tienen un campo de actuación muy marcado por las leyes, si se plantea ante ellos un supuesto delictivo tienen obligación de ir hasta sus últimas consecuencias, eso necesita medios y no es fácil. En un estado absolutamente garantista requiere el respeto a los derechos del individuo y eso puede dar lugar a la prevaricación cuando se incumple. Los derechos fundamentales del individuo impiden la invasión en determinadas esferas de su intimidad si no hay indicios de delito.
-¿Puede ser que quien ha hecho la Ley, haya hecho la trampa? ¿Los políticos legislan determinados delitos en los que pueden incurrir de forma más laxa que otros?
-En Italia se ha hablado mucho de ello respecto del primer ministro anterior. El refrán no sería aplicable exactamente a la pregunta porque quien hace la Ley puede dulcificarla para que no afecte a determinados supuestos, pero no significa que eso sea una trampa, puede beneficiar a políticos, profesionales o periodistas en sus incursiones en busca de la noticia.
-¿Los casos de corrupción deberían ser reprobados con penas más elevadas?
-Las penas más elevadas no resuelven nada, lo que resuelve es poder llegar a imponer la pena que prevé el Código Penal. No se trata de aplicar la pena más elevada al que se coja, sino de coger a todos los que infringen y aplicársele en su justa medida. No son necesarias sentencias ejemplarizantes, no se puede ir a hacer de justicieros. Al delincuente, sea quien sea, hay que hacerle ver el reproche social que merece su conducta y sancionarla penalmente con ponderación y prudencia.
-Esto contrasta con la imagen que tienen los ciudadanos del juez que ordena y manda, prepotente, que hace y deshace a su antojo. ¿es consciente de ello?
-Sí, pero eso no se ajusta nada a la realidad. La prepotencia ha podido existir, como en todas las profesiones, de forma excepcional, pero no es lo normal. El juez debe de aislar su vida personal de la vida de los ciudadanos y no implicarse en ella, eso es lo profesional, pero de ahí a pensar que los problemas de los ciudadanos no le afectan moralmente y en conciencia, es insultarles. El juez no se corresponde con el ordeno, mando y resuelvo, hace un trabajo de disección.
-¿La sociedad española está más apegada al linchamiento que a la justicia?
-Hombre, la ley de Lynch -de donde procede el vocablo linchamiento- no es española... La sociedad española, como la mayor parte de las sociedades, es victimista, y no se pone del lado de la realidad objetiva, sino de los sentimientos, y aquellos no son buenos consejeros para hacer justicia, hay que tenerlos y saberlos, pero hay que prescindir de ellos ante la realidad de los hechos.
-La Audiencia Nacional se ha inhibido en el procedimiento que afecta al duque de Palma, Iñaki Urdangarín, porque la entidad de la cuantía defraudada no perjudica al Estado. Pero social y moralmente quien ha usado el nombre de la Corona para enriquecerse merece un castigo ejemplarizante.
-La Audiencia Nacional no se ha podido pronunciar en los términos de la pregunta, las competencias vienen dadas porque el delito se produzca no en mayor o menor cuantía, sino en varias circunscripciones. En cuanto a la sentencia ejemplarizante o no, me remito a las palabras del Rey cuando dijo que «la justicia es igual para todos».
-Sin embargo, el ciudadano de a pie no tiene esa percepción, cree que quien más tiene, siempre paga menos en términos de justicia.
-Por la misma razón, quien sale a la carretera en bicicleta tiene menos protección que quien sale en un Roll Royce. En todos los órdenes humanos es así.
-Tristemente, sobre todo en Justicia...
-Yo, como juez e hijo de abogado, puedo decir que siempre he prestado y visto prestar la misma atención a uno que a otro. Tanto la Abogacía como la Justicia se manifiestan por criterios de búsqueda de la justicia, un abogado dedica la misma atención al cliente rico que al pobre; y en el caso de los jueces igual. El problema muchas veces no está en el asunto, sino en la atención que los medios le prestan. Cuando tiene trascendencia mediática, un abogado puede llevar gratis ese asunto.
-A la vuelta de la esquina hay una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ¿una más sin medios?
-La Ley de Enjuiciamiento Criminal es del año 1882, vive a base de parches, huele a antigua, no es efectiva. El paso del fiscal a instrucción es algo que yo preconizaba en los años setenta y todavía es un objetivo.
-¿El político legisla buscando el voto?
-La contestación tiene que ser política: El político legisla intentando resolver las situaciones de conflicto que se les plantea.
-Ha sido juez de Menores y es experto en la materia, ¿qué está ocurriendo con esos adolescentes cada vez más conflictivos?
-De una sociedad absolutamente represiva se pasó a una totalmente abierta. Ni los menores pueden ser azotados con un cinto, ni puede darse a ligeras acciones físicas carácter de infracciones penales. La corrección moderada, etcétera, no digo que debiera existir, pero sí que no debería ser sancionada. Convencer, sí, pero ceder a la tiranía de los niños trae como consecuencia la inexistencia de normas y la dificultad de inculcarles esos principios que deben regir la sociedad. Tus derechos llegan justo donde los del otro empiezan; tu libertad termina allí donde comienza la del otro, cuando consiste en pisar la del otro, se produce el conflicto, situaciones lamentables como la del Besós catalán.
-¿Es exagerado pensar que estos adolescentes serán carne de cañón?
-Cuando de joven vivía en una sociedad española reprimida en todos los aspectos, el orden público en este país era incomparablemente superior al existente en otros países, como Francia, donde las libertades eran muy superiores a todos los niveles. En consecuencia, la represión no es el medio, es la educación, si se consigue una buena educación en la que nos impliquemos todos los estamentos sociales y, sobre todo, quienes tenéis, como los medios de comunicación, una mayor influencia.
-Acaba de presidir un juicio con jurado, ¿esta Ley ha sido una equivocación?
-El jurado es un mandato constitucional y su supresión supondría su modificación, yo lo respeto y participo de él en cuanto implica al pueblo en la distribución de justicia. Otra cosa es que disienta de la regulación del tribunal del jurado, yo defendía en la tesis que inicié hace años el sistema mixto, en el que participan tres jueces profesionales y seis legos y nunca puede imperar una mayoría en la que no haya un voto de uno de los profesionales.
-¿Por qué se ha prestado tan poca atención a la Justicia desde siempre, quizás porque fue durante tiempo privilegio de unos pocos?
-He temido que porque era donde el poder Ejecutivo encontraba su propio control y ese era un papel que, por mucho que hablara Montesquieu de la separación de poderes, y los que gobiernan nunca han querido ni creo que quieran.