Casi con seguridad, si cambiamos el nombre de la localidad nos podríamos sentir reflejados.
Siempre es doloroso en propia carne ver como los trabajadores de la Administración Pública somos ‘vapuleados’, muchas veces por el simple hecho de serlo, pero aún lo es más, ver artículos de prensa, como éste de la Opinión de Zamora, en el que casi ‘con nombre y apellidos’ se ‘culpabiliza fehacientemente’ de la situación del Juzgado de 1º Instancia nº 2 de Benavente, única y exclusivamente a los trabajadores del mismo, según se desprende de dicha información, por parte del Colegio de Abogados de Zamora, colectivo que parece haber dirigido denuncias a la altas instancias judiciales de la Comunidad Autónoma, por lo que tildan como ‘bajo rendimiento de los trabajadores' de determinada sección.
Lo más fácil es siempre ‘apalear’ al burro de los palos y no pararse a analizar cuales pueden ser las circunstancias reales que hacen padecer a la Administración de Justicia, en general, y a algunos órganos judiciales, en particular, del mal eterno del ‘colapso’.
Como antiguo trabajador de un ‘juzgado de pueblo’, localidad que nada tiene que ver con Benavente, a nivel de población y empresa, y por tanto, de volumen de litigiosidad, se de buena tinta que los problemas que padecen estos órganos son achacables a muchas circunstancias, pero nunca a los trabajadores, que al final siempre somos los que hemos puesto todo nuestro esfuerzo, trabajando horas suplementarias sin retribución, para intentar llegar a un momento en que se nos haga soportable el hecho de ir a trabajar en buenas condiciones.
Benavente es un ‘pueblo’, como digo, con mucha población, con mucho movimiento empresarial, en el que se genera un volumen de trabajo tan alto como el que se puede generar en una capital de provincia, pero con dotaciones inferiores en todos los aspectos.
Un problema ‘típico’ y fundamental es el que la dotación de personal de los Juzgados de ‘pueblo’ es inferior a la de cualquier juzgado de la capital, pues para su establecimiento se aplica el criterio general 'erroneo ', por parte Ministerio de Justicia para éste tipo de órganos, que no tiene en cuenta para nada las circunstancias especiales de las que pueda ‘sufrir’ determinada población.
Además de ello, hay que sumar los problemas de los que sufre en general en la Administración de Justicia, que en estas localidades se suelen acrecentar, como son la falta de medios técnicos que agilicen el trabajo en los Juzgados, pues aunque nos lo estén intentando pintar constantemente de otra forma, seguimos siendo una Administración ‘alto-dependiente’ del papel, cuestión que hace muy difícil, en este estado de cosas, romper con el ‘hándicap’ de la lentitud judicial.
Otras circunstancias importantes que afectan a este tipo de juzgados son, tanto, el trasiego de Jueces, que provoca que muchas veces que se empleen en las oficinas más horas de trabajo en elaborar ‘alardes’ que en hacer el trabajo que realmente se necesita, como la rotación continua de Secretarios Judiciales.
Me parece que ‘desacreditar’ públicamente a los trabajadores no es la mejor forma de solucionar los problemas, pues en primer lugar somos los que solemos suplir las carencias de esta Administración a nivel de medios y a nivel de formación, poniendo todo nuestro empeño en ello, y que lo que si procede, por parte de determinados colectivos es promover oportunamente otro tipo de soluciones ‘constructivas’ por otros cauces distintos, que, evitando el ‘menosprecio’, promuevan fórmulas para mejorar tantos los problemas ‘endémicos’ como los ‘coyunturales’.
Este es un artículo elaborado por los Compañeros de Justicia y Progreso en Zamora: ACCEDE AL ARTICULO